Henrietta
Swan Leavitt
(1868-1921)
Nació
en Lancaster, Massachusetts y se graduó en la la Universidad de
Oberlin (1888) y posteriormente en la Universidad de Radcliffe, en
1892. En 1902 se convirtió en miembro permanente del personal del
Havard College Observatoy. Pronto destacó por su capacidad y
dedicación dirigiendo el departamento de fotometría fotográfica
estelar. Pasó mucho tiempo buscando en las placas fotográficas de
Harvard estrellas variables en las Nubes de Magallanes. Haciendo uso
de un laborioso proceso denominado de superposición, en 1904
descubrió 152 variables en la Nube Mayor de Magallanes y 59 en la
Nube Menor. Al siguiente año halló 843 nuevas variables en la Nube
Menor de Magallanes.
La
historia de Henrietta Leavitt es ciertamente desconocida para el gran
público. No figura en muchos libros, ni es conocida a pesar de haber
sido una mujer que hizo descubrimientos importantes en un mundo de
astrónomos,
tradicionalmente «sólo de hombres». Tal y como se cuenta,
Leavitt
no recibió grandes reconocimientos en su día, ni ninguna medalla,
ni premio. Pasó a la historia sin que quedaran tras de ella
demasiados documentos sobre su vida, buena parte de la cual sigue
siendo un misterio.
En
el Observatorio del Harvard College donde comenzó a trabajar para el
astrónomo Edward Charles Pickering, muchas mujeres como ella
realizaron trabajos de «calculadoras», en parte por vocación, en
parte por afición, por lo que ahora equivaldría unos ocho euros la
hora. Literalmente, se les pagaba por trabajar, no por pensar.
Las
mujeres en Harvard, no podían matricularse en la universidad, mucho
menos dedicarse a algo que no fuese ser maestra, costurera, criada o
cuidar de su hogar. ¿Por qué contrató Pickering a mujeres? Eran
más meticulosas, sistemáticas y habilidosas clasificando estrellas,
tenían una mayor concentración y además le salían más baratas
(como ahora mismo sucede) Fueron "las computadoras de Harvard".
La
relación
periodo-luminosidad
Después
de analizar miles de
enormes placas fotográficas de las que se usaban a finales del siglo
XIX y principios del XX, Henrietta
Swan Leavitt se
erigió en una de las astrónomas más destacadas del siglo XX, al
establecer la relación entre la luminosidad de las cefeidas y el
periodo con el que cambian de brillo. Descubrió que cuanto mayor era
el brillo, más lentamente oscilaban; las más luminosas tenían
periodos que superaban los 50 días, pero las más débiles podían
hacerlo en sólo uno o dos días.
Este
hallazgo, logrado por Leavitt
en 1912,
no sólo fue trascendental en el estudio de la naturaleza de las
estrellas; también despejó el tortuoso camino hacia la comprensión
de las verdaderas escalas cósmicas. Con el patrón establecido de la
relación entre el periodo y la luminosidad, los astrónomos
dispusieron de uno de los primeros métodos de cálculo efectivos
para estudiar la distancia de estrellas lejanas, para las que el
método de paralaje
era
insuficiente. Con éste, el movimiento de la Tierra alrededor del Sol
nos permite comprobar el desplazamiento angular de una estrella
próxima sobre el fondo del cielo, ya que nuestro planeta se separa
unos 300 millones de kilómetros aproximadamente entre un extremo y
otro de su órbita. Sin embargo, para los objetos más lejanos el
margen es demasiado estrecho.
En
la última década de siglo XIX, el Observatorio del Harvard College
estableció en Perú una estación austral para fotografiar las
constelaciones que no podían estudiarse desde la sede de Cambridge,
en Massachusetts. Con el telescopio
Bruce,
el mismo que usó E. Emerson Barnard para su atlas de la Vía Láctea,
se fotografiaron extensas áreas de los cielos australes, en especial
las Nubes de Magallanes, cuyos estudios eran prácticamente
inexistentes hasta ese momento por la circunstancia de que la mayoría
de los astrónomos avanzados vivía en el hemisferio norte.
El
Cosmos empezó a "verse". Harlow
Shapley dijo en su día, "que le esperaba abundante labor al
refractor de Bruce", pero después de la exploración de las
Nubes de Magallanes con este instrumento "pasaron muchos años
sin que las placas fotográficas nos ofrecieran más datos que los
anotados así: «Gran cantidad de cúmulos de estrellas y de
nebulosidades gaseosas que confirman las observacions visuales
anteriores de Sir John Herschel y otros o también: «La
extraordinaria riqueza de estrellas, que no se cuentan por
centenares, sino por decenas de miles»". Pero Shapley añadía
que "se había estado mirando a las Nubes de Magallanes durante
400 años, pero empezaron a verse a principios del siglo XX". Y
ese logro fue obra de Henrietta
Swan Leavitt,
quien "sentada ante una mesa de trabajo en Cambridge estudiaba
con su lente una confusa aglomeración de puntos negros sobre la
placa de vidrio".
Durante
toda su vida, el título profesional de Leavitt fue simplemente el de
«ayudante» (assistant)
y ella misma nunca pidió que la llamaran de otra forma. Padeció
sordera al poco de comenzar su trabajo en el observatorio, que se
acentuaría con los años, de modo que el silencio la acompañaría
el resto de su vida. Murió de cáncer
en
1921, a los 53 años. Tal y como cuenta Lightman, poco antes había
dejado un testamento legando todos sus bienes y posesiones a su
madre, en total no llegaban a los 345 dólares.
En
1925,
cuatro años después de su muerte, el matemático sueco Gösta
Mittang-Leffler
escribió
una carta a Henrietta Leavitt. Su intención era proponerla para ser
nominada al Premio Nobel
por
sus trabajos sobre las estrellas variables y los cálculos de las
distancias estelares. Sin embargo, y puesto que los premios Nobel no
pueden ser entregados a título póstumo, nunca llegó a ser
nominada.
Hoy
en día, a modo de homenaje, el asteroide
(5383)
Leavitt
y
el Cráter Leavitt en la Luna deben su nombre a Henrietta
Swan Leavitt,
la gran astrónoma y «calculadora» americana.
Todo un hallazgo tu blog, querida Rosa :) ¡La de cosas que voy a aprender por aquí!
ResponderEliminar¡Gracias a ti, Nanny Dolo! Tenemos la suerte de aprender una de la otra. Besos
ResponderEliminarContigo siempre se aprende, Rosa. Interesante la historia de Henrietta. Un beso.
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