Y otras mujeres universitarias
Doctísimas
Señoras:
Gracias
a la correspondencia que mantuvieron con el humanista y cronista
italiano Lucio Marineo Sículo, y a su libro Cosas
memorables de España
sabemos que usted, doña
Luisa de Medrano,
fue una de las primeras mujeres que ocupó un sillón en la
Universidad. “En Salamanca conocimos a Luisa de Medrano, doncella
eloqüentísima. A la que oymos, no solamente hablando como un
orador, más bien leyendo y declarando en el estudio de Salamanca
libros latinos públicamente”. Es difícil hallar algún otro
testimonio sobre usted, a la que en ocasiones se la nombra como Lucía
Medrana,
es el caso del rector de Salamanca, Pedro de Torres, que confirma la
obtención de la cátedra en 1508 exaltando su elocuencia y juventud.
Se cree que nació en Atienza (Guadalajara), en 1484.
Los
Estudios Generales o Universidades de Cervera, Granada, Segovia,
Sevilla, Toledo, Valladolid y sobre ellas, la de Salamanca a la que
llegaron a concurrir siete mil alumnos, la mayor parte pertenecientes
a la alta nobleza, y la recién inaugurada de Alcalá de Henares
(1508) alcanzaron su mayor auge. “No es tenido por noble, -decía
Pablo Giovio- el español que muestra aversión a las letras y a los
estudios”.
No
hay que ser muy sagaz para comprender que el número de mujeres
afectadas por esta, “Costumbre no extendida fuera de España, esta
de admitir a mujeres y que en este país dejó de serlo en tiempos
posteriores”, fuese significativo en el ámbito europeo, aunque
exiguo. De otro modo, el mismo Lucio Marineo no hubiese podido
determinar: “Vimos los días pasados en la villa de Alcalá de
Henares a la doncella Isabel
de Vergara,
(*)
dottísima en letras latinas y griegas. Assí mismo, en Segovia,
vimos a Juana
Contreras,
nuestra discípula, de muy claro ingenio y singular erudición”.
Otra de las universitarias sobre la que tenemos noticias de su paso
por la de Salamanca es Clara
Chitera,
que se hallaba inscrita en 1546.
Fue
en la Universidad de Alcalá de Henares donde usted, doña
Francisca Martínez de Nebrija, impartió
su docencia incluso es probable que naciera en ese mismo lugar,
aunque la escasez de datos sobre usted es pareja a la de sus
contemporáneas. Sólo sabemos que fue la única mujer de los siete
hijos que tuvo su padre.
Elio
Antonio Martínez de Cala e Hinojosa, aquel que firmaba como
“Nebricensis”,
(latín)
o como “N” en lengua romance para significar su procedencia de
Nebrija, fue uno de los hombres más inteligente de Europa. De él
sabemos que estudió Ciencias y Humanidades en la universidad
salmantina y se trasladó a Italia donde anduvo por las universidades
de Bolonia, Florencia, etc. Regresó de nuevo a España, en 1473 y
conocemos su paso por las de Sevilla y Salamanca donde daba clases de
Gramática y la recientemente fundada por el Cardenal Cisneros, donde
impartía estudios de Retórica al tiempo que colaboraba en la
elaboración de la Biblia
Políglota Complutense.
¿Cómo
podía alternar las clases entre una y otra ciudad?. Las distancias
en su época se tardaban días en recorrerlas. ¿Acaso no será que
desde el inicio usted, doña Francisca, asumió la enseñanza en el
aula complutense?. Docencia que sólo sería reconocida a la muerte
de su padre en 1522. Difícil es saber hasta dónde llegó su pluma y
el espíritu heredado de una curiosidad intelectual como la de él.
Unos conocimientos que abarcaron materias tan diversas como la
arqueología, cosmografía, botánica, filosofía, teología,
poética; que dio a la imprenta textos que van desde la revisión de
discursos latinos y griegos, pasando por un Libro
de la Educación;
una Introducción
a la Gramática latina
y la famosísima Gramática
de la lengua castellana con
sus Reglas
de Orthografía castellana.
Nunca
sabremos, doña Francisca, cuántos de esos libros estuvieron
marcados por sus horas quitadas al sueño bajo la luz de las velas,
pero sí que estamos seguros de su eficaz e incógnita colaboración.
Hemos
de agradecer la pervivencia de vuestros nombres por las alabanzas que
sobre vosotras hicieron varones tan ilustres como el ya citado
cronista italiano o Luis Vives en su libro Instrucción
de la mujer cristiana,
publicado en 1514. El pedagogo y filósofo reconoce las aptitudes
intelectuales y el derecho a la instrucción que tenían las mujeres,
dice : « Hay algunas doncellas que no son hábiles para
aprender letras; así también hay de los hombres; otras tienen tan
buen ingenio que parecen haber nacido para ellas o a lo menos, que no
se les hacen dificultosas. Las primeras no se deben apremiar a que
aprendan; las otras no se han de vedar, antes se deben halagar y
atraer a ello y darles ánimo a la virtud a que se inclinan”.
Isabel
Losa o de Córdoba,
como se la conoce por haber nacido en la ciudad andaluza hacia 1473,
es otro de los nombres incorporados al florilegium de féminas
graduadas, -gracias a Luis Vives-, que dice haber llamado su atención
por sus estudios de latín, griego y hebreo y su saber en filosofía
y teología, disciplinas en las que obtuvo el título de Doctora,
alcanzando a departir desde el púlpito sobre ambas materias durante
su estancia en Italia. Tras la muerte de su esposo ingresó en la
Orden de las clarisas y fundó varios centros de beneficencia,
muriendo en 1546 en la capital italiana.
El
derecho a saber debía ajustarse a las facultades propias del sexo y
desgraciadamente el espíritu de la Reforma y Contrarreforma acabó
con las aspiraciones femeninas y hacia 1590 se cerraron las puertas
universitarias que no volverían a abrirse para las mujeres hasta
bien entrado el siglo XX.
............................................
Mis
doctas señoras:
Vuestra independencia intelectual no puede dejar de sorprendernos,
aunque ésta estuviese limitada a las clases privilegiadas vuestra
actitud propició el auge de la cultura y el ser conocidas como
puellae
doctaes
en toda Europa, sin embargo, también fuisteis las que con el tiempo
visteis como erais tratadas de forma despectiva en amplias esferas
sociales y sobre vosotras recayó el dicho popular:“Ni
moza adivina, ni mujer latina”.
Comenzó
a imperar el pensamiento de Fray Luis de León quien expuso su
retrato modelo de mujer cristiana, en su obra La
perfecta casada
dice: “Así como a la mujer buena y honesta la naturaleza no la
hizo para el estudio de las ciencias, ni para los negocios de
dificultades, sino para un solo oficio simple y doméstico, así les
limitó del entender, y por consiguiente, les tasó las palabras y
las razones”
....
“Y pues no las dotó Dios ni del ingenio que piden los negocios
mayores ni de fuerzas que son menester para la guerra y el campo,
mídanse con lo que son y conténtense con lo que es de su suerte, (y
entiendan en su casa, y anden en ella) pues las hizo Dios para ella
sola”.
Las
mujeres ávidas de cultura a las cuales ustedes representaron, se
vieron confinadas a las rejas del hogar o del convento y se
generalizó la idea de que la instrucción era perniciosa para las
féminas siendo objeto de mofa en sátiras como, La
culta latiniparla,
de Quevedo o Calderón de la Barca que tampoco le fue a la zaga,
cuando hace exclamar a uno de sus personajes, en su obra No
hay burlas en el amor:
...”más
remédielo yo
aquí
el estudio acabó,
aquí
dio fin la poesía,
libro
en casa no ha de haber
de
latín que yo no alcance.
Unas
horas en romance
le
bastan a una mujer,
labrar,
bordar y coser
sepa
sólo, deja al hombre
ésto,
que te he de matar
si
algo te escucho nombrar
que
no sea por su nombre.
¡Ay!.
Estos hijosdalgos que al comprobar la claridad de las mentes
femeninas no se atreven a ponerlas en su círculo y temiendo no estar
a la altura, tragan saliva e imponen sus cotas.
Recibid
nuestra admiración y respeto con flores de salvia.
(*)
Es muy probable que sea la misma Isabel de Vergara a la que se
atribuyó la traducción del libro de Erasmo, que María Cazalla
negó haber escrito.
Impresionante la vida de esta mujer! Qué buen trabajo María Rosa! Mi felicitación.
ResponderEliminar¡Gracias, Julie! Por tu amistad y perseverancia en comentar mis escritos.
ResponderEliminar¡Feliz otoño! Un abrazo.